Lumbago y otras dolencias puedes sufrir en la espalda baja. Entérate cómo prevenirlas, tratarlas y de qué manera afectan la práctica del running.

¿Has sufrido dolor lumbar después de correr? Estudios indican que un porcentaje importante de runners ha sufrido molestias en la espalda baja en algún momento de su vida deportiva. Aunque también hay evidencia que indica que, en general, los atletas amateur tienen una columna más saludable que la población sedentaria.
El Dr. Andrés Leiva, traumatólogo y especialista en columna de Clínica MEDS, señala que existen múltiples tipos de dolor lumbar, “con distintas características dependiendo su forma de inicio, intensidad, localización y duración. Además, está determinado por las variadas causas que lo provocan, como las musculares, degenerativas y por sobreuso o estrés”.
Añade que el dolor más frecuente que padecen los corredores en esa zona es el lumbago, conocido como mecánico o común, “habitualmente relacionado a una contractura muscular y sin producir mayores daños de tipo traumático o degenerativo. Las causas degenerativas –como discopatías, osteocondrosis y espondiloartrosis– producen por lo general cuadros más larvados (con síntomas que ocultan su verdadera naturaleza) o más persistentes”.
Las fracturas por estrés, en cambio, suelen presentar un inicio agudo, con una progresión en cuanto a la intensidad y duración del dolor. “Pueden ocurrir a dos niveles: en elementos posteriores vertebrales, lo que conocemos como fractura por estrés pedicular o espondilolisis, muy habituales en deportistas adolescentes con un esqueleto aún inmaduro. Y a nivel del sacro, específicamente en la ala sacra. Esta causa es poco frecuente y afecta de manera casi exclusiva a corredores de maratón”, explica el especialista en columna.
También hace la diferencia entre el dolor lumbar y el dolor ciático o lumbociático. “Este último se ubica a nivel de la extremidad inferior, en relación al recorrido del nervio ciático (desde el glúteo hasta el pie), y es habitualmente secundario a hernias del núcleo pulposo”, revela.

Origen y Prevención

El Dr. Leiva explica que el lumbago mecánico se manifiesta como un dolor y/o rigidez en la región lumbar, entre la parrilla costal y la región glútea, que puede estar muy bien localizado o presentarse con cuadros muy difusos, difíciles de precisar.
En relación a su origen, afirma: “Es generalmente multifactorial, siendo muy difícil aislar un agente causal específico. En cambio, los dolores más prolongados (de más de 15 días) pueden deberse a desbalances musculares importantes, cambios degenerativos de la columna (como discopatías o artrosis facetaria) o bien a lesiones por sobrecarga (fracturas por estrés). Y cada una de estas dolencias puede asociarse a una combinación de factores no modificables, determinados por la genética, como la calidad del colágeno que compone los discos intervertebrales y la disposición espacial de las curvas lumbares (lordosis, cifosis); y con factores modificables, como el equilibrio entre períodos de entrenamiento y descanso, condición física muscular, técnica de carrera, uso de zapatillas adecuadas, superficie sobre la que se entrena, niveles de vitamina D, alimentación...”.
¿Cómo prevenirlos? El traumatólogo informa que existen estudios que demuestran que un buen estado físico, gracias al entrenamiento aeróbico; realizar elongación muscular a nivel lumbopélvico y de extremidades inferiores; fortalecer la musculatura del core; y usar zapatillas adecuadas, ayudan a prevenir la aparición de episodios de dolor lumbar de tipo mecánico.
Y cuando existe un dolor secundario, asociado a una patología degenerativa de columna lumbar, “es necesario establecer un diagnóstico preciso y, posteriormente, realizar una preparación física y un tipo de entrenamiento acorde a éste”, plantea.
Frente a fracturas por estrés, el experto sostiene que es necesario, en primera instancia, el reposo absoluto del runner hasta la remisión completa del edema y consolidación de la fractura. “Luego se deben identificar y corregir los factores de riesgo presentes, como el sobreuso y déficit de vitamina D, para evitar nuevos episodios”, complementa.

¿Cómo Tratar el Lumbago?

Sobre el tratamiento del lumbago, el Dr. Leiva señala que éste es “comúnmente autolimitado, es decir, tiende a presentar una evolución favorable sin necesidad de tratamientos específicos, en un período habitualmente menor a una semana. Solo requiere eventualmente un manejo sintomático con el uso de analgésicos antiinflamatorios, relajantes musculares y la aplicación de calor local”.
No obstante lo anterior, hay que monitorear la evolución del dolor ya que durante los primeros días es muy difícil diferenciar entre un dolor muscular y otro secundario asociado a una fractura por estrés, por ejemplo.
“Por lo mismo, no se recomienda la automedicación ya que puede enmascarar la evolución de patologías más complicadas, dificultando su diagnóstico y manejo oportuno”, advierte.
Y si los dolores se prolongan, con mala respuesta al tratamiento sintomático o bien con características que sugieran otro origen, el profesional plantea la necesidad de efectuar una evaluación clínica detallada y, eventualmente, un estudio con imágenes para determinar la etiología precisa del dolor. “Con un diagnóstico claro podemos determinar el tipo de tratamiento a seguir: uso de corticoides y kinesioterapia en el caso de etiologías de tipo degenerativo/inflamatorio; y reposo deportivo estricto (que puede variar entre 2 y 12 meses) asociado a kinesioterapia en el caso de las fracturas por estrés”, acota.