Los corredores deben aprender a proteger estas zonas del cuerpo si planean tener larga vida como tales. Este artículo te aclara algunas dudas sobre cómo prevenir y tratar las lesiones articulares.

Las rodillas no dan “respiro” a muchos corredores, que suelen presentar molestias o lesiones recurrentes en ese sector del cuerpo. Por si no sabías, la rodilla es una de las numerosas articulaciones que tenemos los seres humanos. Estas son zonas anatómicas en donde se unen 2 o más huesos, permitiendo la movilidad en el sector de unión, “el cual está cubierto por cartílago hialino y una cápsula articular. Durante la actividad deportiva, la articulación permite movilidad, disminuir el impacto y roce, generar propiocepción y estabilidad”, explica el Dr. Claudio Dintrans, médico traumatólogo de Clínica MEDS y también runners.
Revela que por la práctica del running las articulaciones que más se ven afectadas son el tobillo, rodilla y cadera, manifestándose los problemas físicos a través de esguinces, tendinitis, luxaciones, y fracturas por estrés. “Generalmente se producen por mal acondicionamiento físico, sobreexigencia, alteraciones preexistentes (tipo de apoyo plantar, hiperlaxitud, deformidad de rodillas o caderas) e incluso mal equipamiento”, asegura el especialista, quien aconseja a los runners calentar y realizar estiramientos unos 5 minutos antes de correr para reducir el riesgo de lesiones en estas zonas.

Hasta Dejar de Correr

El facultativo de MEDS afirma también que los problemas articulares en un trotador pueden tener consecuencias insospechadas: “Suelen obligarlo a disminuir la intensidad y frecuencia con que corre, y hasta llevarlo a dejar de practicar esta actividad, debiendo optar por otro deporte”.
La gravedad del diagnóstico tiene que ver con que la lesión articular es irreversible. Por eso hay que tomar las precauciones necesarias para minimizar los riesgos de llegar a sufrir un problema físico de este tipo: “Para impedir que las molestias derivadas de esta lesión limiten la actividad física, se debe evitar el sobrepeso y el tabaco, usar zapatillas adecuadas, alternar el trote con actividad aeróbica de bajo impacto, y tener un descanso adecuado para que no existan estímulos dolorosos. A veces es necesario el uso de antiinflamatorios, acudir a kinesioterapia y fisioterapia, e incluso realizarse una cirugía”, expone el médico.
Respecto al tratamiento a seguir una vez producida una lesión, añade que los ejercicios en articulaciones afectadas “deben estar focalizados en mantener el movimiento, fortalecer la musculatura para dar una buena estabilidad articular y estimular la propiocepción. Importante también es tener el descanso adecuado para evitar la sobre exigencia”.
Y a los corredores con lesiones articulares ya diagnosticadas les sugiere realizar actividades de bajo impacto como natación y ciclismo.
¿La dieta contribuye a proteger las articulaciones? “No hay nada demostrado pero es importante una buena hidratación, con aporte de minerales y energía. Y, por cierto, cuidar el peso de nuestro cuerpo”, sentencia el especialista de MEDS.

Running y Artrosis

Históricamente se ha creído que la práctica del running contribuye a la aparición de osteoartritis o artrosis, que es la principal causa de discapacidad en personas de la tercera edad. Esta enfermedad implica la pérdida del cartílago articular provocando un sobrecrecimiento y remodelación del hueso subyacente.
Sin embargo, numerosos estudios han dado un “portazo” a ese supuesto efecto negativo de correr y han demostrado incluso lo contrario. Por ejemplo, el “National Runners Health Study and the National Walkers Health Study” realizó un seguimiento a 90 mil corredores y caminantes durante 6 años, encontrando un 50% menos de incidencia de artrosis entre los deportistas analizados versus la población general. Y dentro de esos 90 mil, aquellos que corrían presentaron las tasas más bajas de esta patología.
Otra investigación, a cargo de la División de Ciencias de la Vida del Laboratorio de Berkeley (USA), demostró que correr distancias más largas en realidad disminuye el riesgo de osteoartritis y de la necesidad de implante de prótesis de cadera. En ésta participaron cerca de 75.000 corredores que fueron objeto de un seguimiento durante un promedio de siete años. ¿Resultados? Quienes corrieron más de 2 kilómetros diarios mostraron un 15% y un 35% menos de riesgo de padecer osteoartritis y de necesitar un implante de cadera, respectivamente, que los hombres y las mujeres más sedentarias. Estos riesgos no aumentaron en kilometrajes superiores, incluso en los corredores que participan en varios maratones al año.
Los expertos concuerdan en que correr sí estresa los cartílagos y huesos, al igual como lo hace con músculos y el metabolismo del deportista. Sin embargo, en el largo plazo, el impacto que genera el running provoca el desarrollo de cartílagos y huesos más resistentes, capaces de soportar los efectos de su práctica constante.