Correr con un calzado con poca amortiguación o que no corresponda a tu talla o a tu pisada, trae problemas. ¿Cuáles son los riesgos y cómo evitarlos?

Aunque suene obvio y repetido, vale la pena recordarlo: correr con una zapatilla acorde a tu pie y con suficiente amortiguación es muy importante. Es que no se trata solo de sentirse cómodo, sino que también es clave para evitar lesiones y, por lo mismo, disfrutar de la práctica del running.
Para que lo tengas bien presente, a continuación revisamos los impactos que puede provocar el uso de un calzado equivocado, así como algunas recomendaciones para reconocer y evitar este problema.

Problemas con la Talla

Un error que no es poco habitual entre los corredores es correr con zapatillas que no corresponden al número que debieran usar. ¿Qué inconvenientes se pueden generar?
Juan González, kinesiólogo y runner, plantea primero que ocupar una talla menor “puede provocar heridas en las prominencias óseas del pie, generando hasta ampollas”. Añade que un calzado apretado comprimirá las articulaciones encargadas de distribuir cargas, como los metatarsianos y calcáneo, propiciando su inflamación. “Con ello las estructuras encargadas de transmitir la fuerza, como los tendones, comienzan a absorber más carga de lo normal, pudiendo generar una inflamación de los mismos, debido a la restricción de movimiento de las articulaciones”, detalla el especialista en Terapia Manual.

Juan detalla luego los impactos que tiene el uso de una zapatilla más grande de lo que corresponde: “En este caso se producirá una pérdida de agarre de la pisada, es similar a andar en carretera con un neumático desinflado. No se traspasa la energía de impulso al suelo. Por otra parte, la zapatilla otorga una estabilidad adicional al pie (dependiendo de las tecnologías de cada marca), la que será menos efectiva. Esto afecta la percepción de firmeza (estructurabilidad) y amortiguación (distribución de carga) de la misma zapatilla”.
Para evitar los problemas descritos, el profesional que trabaja en MedPro Clínica recomienda escoger una zapatilla que sea medio o un número mayor al que se ocupa habitualmente para caminar. “La razón es que tu pie al realizar un esfuerzo físico se deforma y termina aumentando algo más de tamaño”, advierte.

Poca Amortiguación

Otro yerro bien frecuente es correr con zapatillas que no tienen la suficiente amortiguación para aguantar el esfuerzo del ejercicio. ¿Qué problemas físicos puede provocar esto?
Juan González responde: “Zapatillas con poca amortiguación es sinónimo de mayor traspaso de energía. Los problemas más comunes que se generan son la irritación de la cabeza de los metatarsianos, conocida con el término médico de Metarsalgia; la excesiva carga de la fascia plantar o fascitis plantar; e impactos en el tendón calcáneo, conocido como tendinitis calcáneo”.
El kinesiólogo sostiene que si el deportista tiene una buena técnica de carrera y ha hecho una correcta preparación física, estos problemas no ocurren tan frecuentemente. “Con ello el cuerpo puede transferir la energía absorbida de la siguiente forma: el pie trasfiere la energía al tobillo, rodilla y cadera, contactando al tronco y reutilizando la energía al braceo, haciéndolo de forma elástica con el siguiente paso”, describe.
Juan señala además tres formas de reconocer cuando una zapatilla no tiene suficiente amortiguación y es hora de cambiarla:

• Kilómetros acumulados: Al momento de comprar el calzado es recomendable preguntar cuál es su vida útil, aunque la duración en condiciones normales suele estar entre los 600 y 800 km. El conteo estimado y control se puede llevar a través de distintas aplicaciones para móviles y relojes.
• Estructura: “Si la zapatilla ya tiene una suela que se encuentra desgastada, ya tiene menor agarre y a consecuencia pérdida de amortiguación con su mediasuela”, indica Juan.
• Percepción: La pérdida de la comodidad se relaciona absolutamente con el desgaste progresivo de la zapatilla, lo que se puede acelerar por el nivel de entrenamiento de la persona, su peso y el tipo de terreno en que corre habitualmente. “Un detalle importante es la sensación de malestar o dolor de la zapatilla, lo que se puede corroborar o descartar de manera práctica usando otra zapatilla. Si el dolor desaparece se debe a que la zapatilla ha perdido sus características. Si no ocurre así, es mejor consultar con algún especialista en la materia para descartar alguna lesión o conducta que esté provocando esto”, aconseja el profesional de MedPro.

Tipo de Pisada

Calzar la zapatilla apropiada a tu tipo de pisada (neutro, pronador o supinador) es también fundamental para evitar problemas. Cuando esto no ocurre, el problema más común, dice Juan González, es “la pérdida del confort de la zapatilla”. Añade que esto puede derivar en:
• Dolor o malestar en alguna articulación, fascia plantar o mayor carga muscular de los estabilizadores de tobillo, como tibial posterior o fibulares. “Estas molestias ceden al dejar de utilizar ese calzado”, comenta el especialista.
• Dificultad para mantener los ritmos actuales de trote.
• Demora en la recuperación de las piernas después de entrenamientos intensos o de fondo.

Juan añade que este último síntoma es una señal que permite a un corredor darse cuenta que el calzado no corresponde a su tipo de pisada.

Para Elegir Bien

A modo de conclusión, Juan González detalla algunos aspectos importantes a considerar para elegir la zapatilla adecuada y no sufrir problemas como los mencionados:

• No guiarse por el precio: “Una zapatilla más cara no necesariamente es la mejor y la más recomendada para todos. Se deben tener en cuenta factores personales, como peso (preguntar si esa zapatilla se puede utilizar con tu peso corporal), técnica de trote y pisada”, subraya.
• Asesorarse primero con algún profesional especializado, como Médico Deportólogo o Kinesiólogo con experiencia en el área deportiva, para conocer cuál es tu tipo de pisada.
• Experiencia con la marca: “Si utilizas una marca de zapatillas hace tiempo, es probable que tu pie se ha adaptado muy bien a ese tipo de calzado, por ende, la renovación iría en primer lugar dentro de la misma marca o en su defecto con alguna que sea similar”, sostiene.
• Transición para acostumbrarse: Si al renovar tu zapatilla vas a usar otra marca con una tecnología distinta para, por ejemplo, aumentar la amortiguación en la mediasuela, es recomendable hacer una transición que permita acostumbrarse al nuevo calzado. “He visto en casos donde no se realiza la transición y se ven lesiones por sobreuso”, indica Juan.
• Drop de la zapatilla: El drop corresponde a la diferencia de altura que hay entre el talón y la punta donde se apoya la cabeza de los metatarsianos. Puede ser alto, medio o bajo, y se asocian a prestaciones distintas:
-Alto (8 mm a 13 mm): Tienen más taco en la parte posterior, “favoreciendo la amortiguación con el talón y medio pie”, señala el especialista.
-Medio (4 mm y 8 mm): Se consideran mixtas entre competición y amortiguación, favoreciendo así la carrera.
-Bajo (menos de 4 mm): “Es un tipo de zapatilla muy flexible, con una estructura de suela baja llevando el calzado a un minimalismo. Es considerada de competencia por su bajo peso”, dice Juan González.

Y finalmente advierte: “Cada uno de estos drops debe ser con una transición, entrenarlos y conocerlos”.