Algunos canes pueden sentirse amenazados y atacar a los corredores, por lo que atiende los siguientes consejos para minimizar la posibilidad que te muerdan.

El posteo en facebook de Alberto Cabaleiro tuvo un tono amargo, triste, doloroso. La experiencia con un perro durante su entrenamiento había terminado mal.
“En 40 años de corredor, inevitablemente me habré cruzados con miles de perros, muchos sueltos, en apariencia sin dueños y con otros tantos con sus respectivos ‘responsables’. Del total de encuentros, solo en tres oportunidades tuve la mala fortuna de ser mordido. No es un mal promedio: menos de una mordida por década. Entretanto, neutralicé como mínimo cientos de desbordes perrunos. Hoy, a media tarde, el ataque fue efectivo y perdí”, relató acongojado.
De seguro que la gran mayoría de los aficionados al running, al menos una vez, han tenido un encuentro poco amistoso con un perro mientras corrían al aire libre. Junto con el tráfico vehicular, éste es uno de los principales peligros a los que se exponen los aplanadores de calle durante sus entrenamientos.
¿Cómo enfrentar un posible ataque de uno o más canes? Es lo que te contamos en este artículo.

Siempre Atentos

Primero que todo, para minimizar los riesgos de correr por parques o calles, es preferible no hacerlo con audífonos y menos con música a alto volumen, de manera de prestar la mayor atención a las condiciones de la ruta. Así, por ejemplo, podremos escuchar los pasos o ladridos de los perros que se nos acerquen por el costado o la espalda.
En la medida de lo posible, hay que evitar trotar por rutas con demasiados perros. Y si te los topas, no hay que mirarlos a los ojos si tienen una actitud amenazante, porque pueden interpretar ese gesto como una declaración de “guerra”, como que se los está retando.
Hardy Matamala, coach de You Can Run Club, aporta otros consejos: “No hay que tenerles miedo y no perderlos de vista hasta que se alejen. Si los detectas a la distancia debes cambiarte de vereda o calzada, aunque no todos los perros son agresivos, sino que territoriales, y por eso normalmente hay que intentar ser amigables con ellos”.
Al respecto, es muy importante no pasar corriendo al lado de perros que se aprecian agitados o en posición de ataque. Si ya es tarde para cambiar de ruta, lo mejor es detenerse lentamente y dejar que el animal nos olfatee. Si apuramos el paso se activará su instinto depredador y probablemente nos ataque.
Tampoco es buena idea separar los brazos del cuerpo; gritar o realizar movimientos o gestos bruscos para que no te vean como una amenaza.
Lo otro es no confiarse de los animales más pequeños o que circulan con correa y dueño, ya que en un descuido se pueden soltar y atacarnos.
Si se nos van encima, “hay que detenerse y tratar de protegerse en algún lugar, ya que es muy difícil correr más rápido que ellos. A veces los perros se alejan cuando uno hace el ademán de tirarles una piedra”, sugiere el entrenador, aunque hay quienes prefieren no intentarlo porque puede producir el efecto contrario.
Hardy agrega que lo ideal es controlar a los canes agresivos sin tener que golpearlos, pero si no queda otra alternativa hay que hacerlo no más.
Otra medida que puede traer buenos resultados es tirarles botellas o golosinas para distraerlos y minimizar la posibilidad que nos muerdan.
También, en caso de ataque, hay que evitar caer al piso y proteger a toda costa la cara y cuello.
Además de ejemplares agresivos, es frecuente que los runners se topen en sus trotes con perros amistosos y juguetones que deciden seguir su ritmo. Con éstos el riesgo es distinto: como tienden a cruzarse, hay que tratar de espantarlos para evitar un tropiezo y caída que pueda derivar en alguna lesión.